Escribiendo desde el No lugar

Ha sido un año de duelos.

He dejado atrás dos trabajos, personas en mi familia han sido diagnosticadas con cáncer. Me siento desamparada.

Tengo la sensación de que vivo en un estado de "es temporal", "es provisional", "es por un plazo"; sin saber si este plazo terminará para dejar ver un páramo desierto o algún resquicio de luz de un horizonte mejor.

En poco tiempo cualquier sentimiento relacionado con el estar en un piso firme desapareció.

El país, por otra parte, se ha visto estremecido por el resultado de acumular cadáveres en los armarios, en fosas clandestinas, el narcotráfico, la contaminación, la corrupción y el explícito cinismo a todos los niveles del gobierno.

Para quienes nos dedicamos a la comunicación, aún desde la barrera, el escalofrío de saber que las cosas que deben ser narradas no deben ser dichas, pues siempre habrá alguien apuntando desde atrás de un cañón que permanece cargado.

¿Nos queda entonces vivir en el miedo y la inopia?

Un insignificante acontecimiento familiar me ha dejado pensando en el No lugar desde el que escribo; la falta de pertenencia, de raíces, de una liga que me haga sentirme conectada a un sentido universa, a una causa mayor o a un deseo de supervivencia.

Quizá una de las características más detestables del narcisismo que prevalece en nuestros días es que nuestra más fuerte conexión es con nuestros propios deseos: al no satisfacerlos, el sentido de supervivencia es más débil.

Hacer por hacer. Solo pa`deshacer.

Hoy escribo desde el no lugar, en el primer día de un nuevo año. Tengo las manos suaves y quiero hundirlas en la tierra, porque no se puede echar raíz sin hacer un espacio primero.

D.


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